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martes, 20 de octubre de 2015

“Sólo una vez al día…” ¿soy adicto al azúcar?

¿Cuántas veces hemos escuchado a la gente decir, “no puedo dejar de comer algo dulce después de la comida”? ¿Será sólo falta de voluntad el hecho de no poder dejar de consumir productos con azúcar? Incluso el pan tiene azúcar y, aunque hay otras sustancias dentro de él, el azúcar que contiene se suma a esta posible “adicción” de la que hablaremos en este post11. A continuación, vamos a ver que todo apunta a algo más allá que la voluntad propia o las ganas de no comer algo dulce e intentar llevar a cabo eso de “sólo una vez al día”.
El azúcar, esa molécula que tiene 12 carbonos, 22 hidrógenos y 11 moléculas de oxígeno, también conocida como sacarosa (unión de 1 fructosa + 1 molécula de glucosa), proviene principalmente de la caña de azúcar y es defendida a capa y espada por gran parte de la industria alimentaria. Hay varios tipos: morena, refinada, blanca, de colores, de sabores… hablaremos del azúcar en general, pero sobre todo, profundizaremos en los elementos que nos llevan a ser “adictos” a ella.

post-azucar
Gran parte de esa adicción tiene su origen en el cerebro, y está motivada porque una gran parte de la industria alimentaria nos ha metido esa fabulosa idea de que “el único combustible del cerebro es el azúcar”. En realidad, resulta que el cerebro puede utilizar cuerpos cetónicos (cuya función es suministrar energía al corazón y al cerebro en ciertas situaciones excepcionales), hasta en 2-3 días de ayuno1como fuente de energía gracias a la gluconeogénesis2. No hay que confundir cetosis con cetoacidosis, puesto que la cetoacidosis se da sólo en Diabéticos tipo 1 y no en personas sanas (130gr en persona sana vs 400g en persona diabética tipo 1).
Por otro lado, también nos han educado pensando que la primera comida del día debe contener cereales (con azúcar añadido a mansalva). Hay varios falsos mitos al respecto del desayuno, como aquellos que dicen que si no desayunas, entras en estado ahorrador, lo cual es más una creencia popular que una certeza científica, aunque hay “profesionales” que se atreven a confirmarlo sin importar la cada vez más clara evidencia científica3.
Para explicar las posibles razones de esta adicción, nos centraremos en algo que se encuentra en la naturaleza llamado “gratificación natural”, que está muy ligada al placer, como el sexo, la comida, la música, el ejercicio y otras actividades que nos generan gratificación e incluso una recompensa solo por mirar a otra persona realizarlas. Estas gratificaciones tienen un origen, una vía llamada “mesolímbica” que conecta esa amígdala, que crece cuando encuentra algo placentero, usando la dopamina como neurotransmisor hacia el “núcleo accumbens”, enviando una señal y conectando con el lóbulo prefrontal que va a dictar qué debemos hacer: “camina hacia ese pedazo de tarta o refresco” o “devora tu dulce favorito”, por ejemplo. Esta conducta se almacena para el futuro y tendemos a repetirla, ya que nos genera placer. Se trata de un sistema de recompensa bastante complejo, debido a que las sustancias que generan esa dependencia y las actividades que llevan al abuso del consumo de la misma, a pesar de ser nocivas para el organismo, logran apoderarse de los centros del cerebro, por medio de la generación de placer, para asegurar el hábito de las mismas.
Esto, explicado desde esta perspectiva, puede parecer ser algo dañino o malo que tenemos insertado en la mente y que nos lleva a pensar que cualquier conducta o actividad hedonista, nos “maltratará la vida”. Pero no, este sistema es de gran importancia pues cosas, como el acto sexual, se alojan en ese lugar, con la finalidad de preservar la especie mediante la recompensa (placer) y el refuerzo de esa conducta.
En el caso de la azúcar es lógico pensar que lo dulce, en comparación con lo ácido, genera mayor atracción. Es una cuestión básicamente de costumbre, crecimos pensando que algo dulce, como en el caso de las frutas recolectadas, significaba que estaba maduro y listo para comer, y lo ácido aún no era apto para consumo. Hoy sabemos que esa adicción y la forma en que actúa la comida dentro de ese sistema de recompensa, es muy parecida a cómo actúan el tabaco, alcohol y otras drogas. Por ello, tenemos que tener en cuenta que una vez instaurada la adicción y la “necesidad” de la sustancia, ésta se “apodera” del sistema de recompensa y no lo dejará ir en contra de la evolución.
Un ejemplo de estudio en ratones ha demostrado que después de haber sido sometidos a pulsiones y estímulos de placer, éstos fueron capaces de dejar de alimentarse y reproducirse (actividades necesarias y reforzadas en el sistema de placer para su supervivencia como especie), con tal de otorgarle placer a su cuerpo mediante esa pulsión y estímulo. Prefirieron dejar de comer, reproducirse y realizar cualquier actividad, con tal de estar recibiendo ese otro efecto placentero8. En el entorno humano, si pensamos que la alimentación forma parte de ese evolucionismo para sobrevivir, dejar el azúcar se vuelve aún más titánico.
El azúcar es la responsable de una gran cantidad de enfermedades, en cuanto a enfermedades crónicas no transmisibles se refiere, y aun así no podemos dejar de consumirla, a pesar de sus efectos devastadores como: riesgo cardiovascular4, diabetes tipo 25, deterioro cognitivo, hipertensión6, a la cual teníamos asociada con la disminución y control de la sal, y de la que ahora el azúcar es una aliada.
Así como conocemos el famoso “síndrome de abstinencia” existente para cualquier droga, sustancia o fenómeno que nos cause adicción, al tratar de eliminar esta conducta el azúcar no se queda atrás con esta serie de sintomatologías7. Aunque el estudio fue realizado en ratones, no le quita relevancia o posibilidad de que el hecho pueda extrapolarse a humanos. Por ejemplo, podemos ver como en gente que padece obesidad los receptores del gusto están afectados, disminuyendo su sensibilidad al dulce, lo que hace que requieran más dulce9 y en lugar de buscarlo en una fruta, lo buscan en la tienda de la esquina con algún producto azucarado, reforzando así su placer.
Este sistema no solo se ve estimulado por medio del gusto, el simple hecho de mirar comida alta en calorías, que por ende contendrá azúcares añadidos, estimula una serie de mecanismos que nos llevan a necesitarlos y nos harán caminar hacia ellos para conseguirlos10 y 11.
En todo caso, muchos de los estudios científicos y descripciones fisiológicas acerca de los mecanismos de adicción al azúcar han sido realizados en ratones12, pero esto no debe restar importancia ni relevancia a la situación. Cuando no puedes dejar de beber tu refresco favorito, comer tu pieza de pan diario o sentir la necesidad de algo dulce después de la comida, al final queda la pregunta de si tu alimentación debe y está basada en alimentos o en productos. ¿Qué deseas endulzar? ¿El salmón? ¿El pollo? ¿Las espinacas? No hay por que endulzar nada, la glucosa, que no sacarosa, que requiera tu cuerpo la obtendrá de frutas, verduras y cereales. No debemos temer a los azúcares de los alimentos, eso es otra cosa, en este artículo hemos querido tratar la adicción al azúcar, en su papel de añadido a los productos, que es la que consideramos que no beneficia a nuestro cuerpo y es la causante de crearnos adicción.

Bibliografía

1.- Klosinski, LP., Yao, J., Yin, F., Fonteh, AN., Harrington, MG., Christensen, TA., Trushina, E., Brinton, RD. 2015. White Matter Lipids as a Ketogenic Fuel Supply in Aging Female Brain: Implications for Alzheimer’s Disease. EBioMedicine 12, 1888-904.
2.- https://intensivedietarymanagement.com/fasting-physiology-part-ii/
3.- Brown, AW., Bohan Brown, MM., Allison, DB. 2013. Belief beyond the evidence: using the proposed effect of breakfast on obesity to show 2 pracices that distort scientific evidence. American Journal of Clinical Nutrition 98, 1298-308.
4.- Stanhope, KL., Medici, V., Bremer, A., Lee, V., Lam, H., Nunes, M., Chen, G., Keim, N., Havel, P. 2015. A dose response study of consuming hihg-fructose corn syrup-sweetened beverages on lipid/lipoprotein risk factors for cardiovascular disease in ypung adults. American Journal of Clinical Nutrition.
5.- Inamura, F., O´Conor, L., Ye, L., Mursu, J., Hayashino, Y., Bhupathiraju, SN., Forouhi, NG. 2015. Consumption of sugar sweetened beverages, artificialy sweetened beverages, and fruit juice and incidence of type 2 diabetes: systematic review, meta-analysis, and estimation of population atributable fraction 351, 3576.
6.- James, JD., Lucan, S. 2014. The wrong White crystals: not salt but sugar as aetiological in hypertension and cardiometabolic disease. Open Heart 1.
7.- Colantuoni, C., Rada, P., McCarthy, J., Patten, C., Avena, NM., Chadeayne, A., Hoebel, BG. 2002. Evidence that inttermitent excesive sugar intake causes endogenous opioid dependence. Obesity a Research Journal 6, 478-88.
8.- Olds, J., Miner, P.1954. Positive reinforcement producer by electrical simulation of septal área and other regions of rat brain. Journal of Comparative and Physiological Psychology 6, 419-27.
9.- Cicerale, S., Riddell, LJ., Keast, RS. 2012. The association between percived sweetness intensity and dietary intake in young adults. Journal of Food Scients 1, 31-5.
10.- Charles, S., Katsunori, O., Cheok, AD., Petit, O., Michel, C. 2015. Eating with your eyes: From visual hunger to digital station. Brain and Cognition. 15.
Tood, DA., 2003. Cortical and limbic activation during viewing of high-versus low-calorie foods. Neuroimage 4, 1381-94.
11.- Liang, NC., Hajnal, A., Norgren, R. 2006. Sham feeding corn oil increases accumbens dopamine in the rat. American Journal of Physiology—Regulatory Integrative and Comparative Physiology 291, 1236–39.
12.- Avena, N., Rada, P., Hoebel, B. 2006. Evidence for sugar addiction: Behavioral and neurochemical effects of intermittent excesive sugar intake. Neuroscience and Biobehavioral Reviews 2008, 20-39.

FUENTE: 
http://blog.medicapanamericana.com/solo-una-vez-al-dia-soy-adicto-al-azucar/

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